Deja a sus tres hijos, uno de ellos bebé, solos en casa toda la noche.

Deja a sus tres hijos, uno de ellos bebé, solos en casa toda la noche.

Los menores, al despertarse y ver que no había nadie en casa comenzaron a llorar.

Estaba tumbado en el suelo sin poder moverse y sin nadie que le diera consuelo. Estaba asustado, se había caído de la cuna y nadie lo había devuelto a su cama.

La madre no regresaba, en la vivienda no había ningún adulto, y los hermanos decidieron salir al balcón para ver si los rescataban. La inocencia les impidió saber el riesgo que corrían y, sin saber cómo, se quedaron encerrados en la terraza. Eran poco más de las ocho de la mañana.

Una vecina escuchó los lamentos por la ventana de su casa, se asomó para conocer lo que ocurría y visualizó la imagen. Sin perder un minuto, sobre las 08:30 horas, avisó a la Ertzaintza. Una patrulla se personó casi de inmediato en el domicilio.

Llamaron a la puerta en varias ocasiones y nadie respondió. Para evitar males mayores, entraron por la fuerza. El bebé seguía en el suelo y los chicos de dos y cuatro años seguían encerrados en la terraza.

La madre estaba en paradero desconocido, no respondía a las llamadas. Por ello, se dio aviso a los servicios sociales y una ambulancia evacuó a los niños a un centro hospitalario para efectuarles una revisión exhaustiva. Una vez reconocidos, la asistenta social se hizo cargo de su custodia y fueron trasladados a un centro asistencial.

Ante los intentos infructuosos de localizar a la madre, los agentes contactaron con el padre para que se personara en el domicilio. Lo hizo y fue detenido porque pesaban sobre él dos órdenes judiciales de ingreso en prisión.

Finalmente, la madre apareció. Su actitud irresponsable no le ayudó a anticipar lo que estaba ocurriendo. Cuando llegó a la puerta, se encontró con el dispositivo policial y fue detenida.